Independizarse. Difícil decisión, más cuando lo haces de una persona.
No recuerdo en qué año pero si cómo aparecí.
No recuerdo en qué año pero si cómo aparecí.
Fue poco a poco, por las mañanas. A las 7.30 de la mañana ella se despertaba, iba al baño y se miraba un rato en el espejo. Suspiraba y pensaba.
Recuerdo:"Me encantaría...", "Me gustaría...", "Ojalá..." y, mi preferido, "Si pudiera..."
Al principio, eran pequeños deseos estúpidos, sueños ilógicos pero luego fueron siendo cada vez más reales, realizables. Con esfuerzo, pero posibles. Y la mayoría de ellos terminaban con: "... antes de los 30". Pero no hacia nada.
Se duchaba, se vestía y se iba a trabajar. Todos los días. Lo mismo. Una y otra vez. Nada. Sólo deseos.
Recuerdo:"Me encantaría...", "Me gustaría...", "Ojalá..." y, mi preferido, "Si pudiera..."
Al principio, eran pequeños deseos estúpidos, sueños ilógicos pero luego fueron siendo cada vez más reales, realizables. Con esfuerzo, pero posibles. Y la mayoría de ellos terminaban con: "... antes de los 30". Pero no hacia nada.
Se duchaba, se vestía y se iba a trabajar. Todos los días. Lo mismo. Una y otra vez. Nada. Sólo deseos.
Con el tiempo, las noches tuvieron la misma letanía. El suspiro era en la cama. Yo, al principio, me quedaba con ella y susurraba: "Puedo..." "Quiero..." pero no hacia nada.
Se ponía el pijama, se metía en la cama y a dormir. Todas las noches. Nada. Solo sueños.
Se ponía el pijama, se metía en la cama y a dormir. Todas las noches. Nada. Solo sueños.
Un día, no recuerdo si lunes, martes o domingo, se despertó. Gritó: ¡Queda un año para los 30! Y siguió durmiendo.
Me harté.Tenía que dejarla. Ella o yo.
Así que... me fui.
Me harté.Tenía que dejarla. Ella o yo.
Así que... me fui.
Aparecí en medio de un apartamento en el centro de Madrid. Tenía un pequeño balcón que daba a la calle. Me asomé. El barrio estaba en silencio. Mis nuevos vecinos dormían mientras una farola iluminaba toda la calle desde una esquina. Me gustaba el lugar.
El apartamento era pequeño y estaba vacío. Solo había una bata rosa de felpa, vieja; tirada en el suelo. Me la puse. Me quedaba un poco grande pero era suave y cálida. Me senté al lado de la ventana y me quedé dormida. Necesitaba descansar.
Empezaba mi aventura.
Empezaba mi aventura.