LaChicaDelPeloAlborotado nunca ha visto esa carta.
Yo nací justo el día siguiente a su salida del quirófano.
Amanecí en su piso sabiendo que tenía que
disfrutar de los pequeños placeres de la vida, pero descubrí mi misión
exacta el día que LaChica escribió en su lista “mirarme la cicatriz” y me puse
a buscarla, en mi piel no estaba, ni en la suya; la encontré en sus diarios, en
las cosas que hablaba con la gente. La carta me sirvió para entender cuál
era “mi misión”: rellenar los huecos de esa cirugía.
El problema de cortar el alma es que las incisiones son
imperfectas. Los sentimientos se
enmarañan con los recuerdos, con palabras, con una imagen, un sonido… La cicatrización
es larga y complicada porque hay detalles que hacen saltar los puntos y reabrir
la herida.
Pensé en hacerla unos
trasplantes. Podríamos poner las palabras de otro en su boca, suplantar su
alegría con algo de euforia rápida, conseguir cariño fácil… Si bien es cierto, cuando
se hacen trasplantes se somete a los pacientes a una importante
inmunodeficiencia para no rechazar el nuevo órgano. Esta idea del
relleno-trasplante requería una anestesia del raciocinio, un vivir sin pensar y
llenar el tiempo sin reflexiones. Y descarté la idea, pensé que al final
estaríamos llenas de cosas inútiles, de
semillas que no germinan; y los huecos seguirían vacíos.
Recordé esta cita: “Siempre he creído que en la vida hay
persona que te alimentan, que te quieren y que necesitas de tal manera que
cuando los pierdes nadie puede llenar ese vacío”. Cuando la leí por primera vez
me quedé con la idea de que los huecos hay que rellenarlos, nunca he pensado en
la dificultad posible de hacerlo. Además en este caso la persona que había dejado
el vacío era ella misma, así que me pareció más sencillo.
LaChica sola no ha sido capaz de llenar los huecos, ocupa
su tiempo con trabajo y obligaciones, y en las listas de cosas pendientes lo
último es mirarse por dentro. Esas cosas son las que hago yo: vivo con LaChica
cuidando su esencia, haciendo germinar la sonrisa y el bienestar, haciendo crecer
las palabras bonitas, la risa, la seguridad, la creación… Haciendo las cosas
que la gustan y que la reconfortan; porque gracias a nuestra conexión simbiótica las grandes sensaciones y sentimientos, buenos y malos, son de ambas.
Mocho
Nota: La cita pertenece al libro de Albert Espinosa “Si tú
me dices ven lo dejo todo, pero dime ven”.